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Intuiciones sentimentales

Hice muchas fotos durante 11 años, desde abril de 2007 a julio de 2018, en mis continuos viajes a Sudamérica, principalmente a Perú. Practicando mi gran afición, siempre viajo con una cámara con potente zoom para llegar a los detalles y todo me parecía tan maravilloso que solía hacer entre 200 a 600 fotos por día que, para subir a internet, seleccionaba bastante menos, como un 10% a 20%. No tuve muchas ocasiones de fotografiar secuencias de hechos emotivos y solo lo logré en tres ocasiones. Eran secuencias milagrosas porque iniciaba la serie de fotos en el momento que intuía iba a ocurrir un evento lindo y, en efecto, ocurría 1 o 2 minutos después. Aquí dejo tres secuencias que me cautivaron en su momento y aún sigue haciéndolo:

09-06-23 Los viejitos de Yungay

Era la primera vez que visitaba el Callejón de Huaylas, una de las zonas más turísticas de Perú, después de Machu Pichu. Un bus que partía de Lima nos dejó en Huaraz y al día siguiente proseguimos hacia Caraz y aunque las opciones de movilidad son continuas, no siempre te dejan donde quieres sino donde ellos van. Así que tomé una combi hasta Huaraz ya cerca de Caraz. Las fotos del recorrido se pueden ver aquí: 09-06-23-Huaraz-Caraz.

La combi hizo su parada final frente en el cementerio de Yungay donde hubo que esperar a que pasara otra movilidad. Así de sencillo y difícil es moverse por Perú. Poco después me enteré por el viejito que regentaba un alojamiento en Caraz, que el 31 de mayo de 1970 Yungay sufrió una tragedia descomunal, pues un terremoto creo un aluvión debido a nieves acumuladas durante años en la cara norte del Huascarán, enterrando a más de 30,000 personas. Esto me lo contaba con mucha pena pues se dio la casualidad que también murió la mujer con la que se iba a casar en breve. Al mismo tiempo, fue él mismo quién diseño el cementerio para conmemorar la tragedia y que es visitado todos los años por cientos de turistas. Qué modo más cruento fue enterarme de la tragedia de Yungay.

En aquel lugar estuve esperando durante un buen rato que pasara alguna combi que me llevara a Caraz. En la espera, no paraba de hacer fotos pues era la primera vez que iba por el callejón de Huaylas y todo me parecía sorprendentemente bonito de fotografiar. De pronto pude precisar con el zoom al fondo de una calle en cuesta, una pareja de ancianos que se me antojó que eran especiales, como si hilos mágicos los mantuviera ligados. Así que los seguí con la cámara haciéndoles fotos mientras lentamente subían por la acera contraria.

Cuando estaban culminando la cuesta se hizo el milagro: él le dio la mano a su compañera y así juntos siguieron hasta que los perdí de vista. Ese hecho me sacudió emocionalmente con sentimientos que lejos de ser locales los sentí universales. De la docena de fotos que hice, he elegido las seis que me parecen más representativas:

11-05-02 Los caballos de Rapanui

En 2011 fui a dar un curso en la universidad de Maule (Chile) y se presentó la oportunidad de visitar por unos días la isla de Pascua (Rapa Nui para sus habitantes). Apreciando que era una oportunidad única, tomé información sobre los sitios más singulares. Al final, aunque la isla tienes forma de triángulo isósceles irregular, comencé primero por hacer un sendero por el litoral oeste (11-04-28-RapaNui-O) donde hay un cementerio Tahai y un litoral de pura roca volcánica que en algunos sectores se parecen a nuestro Parque Natural de Cabo de Gata.

Al día siguiente tocaba ir para el sur, una zona dominada por el hermoso lago Rano Kau donde el agua de lluvia ha encontrado un inigualable aposento en el hueco de un volcán (11-04-29-RapaNui-S). Al otro lado del cono volcánico está Orongo un conjunto arqueológico que habla de las costumbres de sus ancestros. En estas dos salidas a oeste y sur, no hubo problema para visitarlo andando desde el alojamiento, pero la lejanía de la zona este hubo la necesidad de tomar un taxi (11-04-30-RapaNui-E) que aparte de las pintorescas manadas de caballos y la placidez de la orografía del litoral, lo que me dejó trastocado fue un auténtico muro inca en esas latitudes que se alzaba en un aparente sitio sin sentido con los alrededores. Siendo amante de la piedra inca, realizando una decena de álbumes girando sobre estas construcciones, estas fotos siempre las hice en Perú. Me documenté sobre la presencia de este muro y lo más coherente que he leído fue que el décimo inca Túpac Yupanqui, sucesor de Pachacútec, en cuyo mandato se construyó Machu Picchu, quiso seguir la tarea expansionista de su padre y para ello armó una gran flota de totoras con las que visitó numerosas islas de la polinesia y, entre ellas, la isla de Pascua. Cierto o no, la presencia de un muro inca en RapaNui me dejó una impresión que que todavía me dura.

Para hacer los dos últimos días en la isla y visitar el centro y norte de la isla, no quedó otra que alquilar un coche (11-05-02-RapaNui-N). Los moais más bonitos los pude fotografiar en la playa de Anakenam muchos de los cuales aún conservaban su gorrito, aunque sin duda donde hay mayor densidad de estos es en la zona litoral de Ahu Tongariki bajado hacia el Sureste de la isla donde muy cerca de allí se encuentran las canteras Ranu Raraku donde se hacían los moais. Es impresionante la cantidad que hay en la ladera exterior de la cantera y alucinante algunos inacabados en el interior del cono volcánico.

Tras esa visita, un poco más abajo de la carretera litoral, había una manada de caballos de tan magnífica estampa que me hizo bajar del coche para acercarme más. Luz dorada del atardecer creaba magníficas fotos en aquellos caballos. Fue entonces cuando vi, apartados de la manada, dos lindos ejemplares y percibí que entre ellos había algo especial; me acerqué un poco más y fue así que comencé a tomar una secuencia de fotos de las cuales he rescatado las seis más significativas para que se pueda ver claramente que entre los animales hay fuertes sentimientos, al observar cómo entrelazan sus cabezas amorosamente:

11-06-19 El padre de Machetá

Finalizada mi estadía en la universidad de Maule (Chile), viajé a Bogotá donde, entre otras actividades docentes, tenía programado participar en el curso de postgrado, junto a mi colega Antonio Fidel Cárdenas del doctorado de la UPN “Docencia y Comunidades Científicas” del 15 al 23 de junio. Aprovechando los días libres que tuve, visité las termales de Machetá, pues parece que son muy beneficiosas para el organismo por sus efectos depurativos, relajantes que disminuyen los dolores musculares.

Antes de disfrutar del baño, desde la atalaya del lugar donde me alojé, quise primero visualizar cómo la gente se movía por aquel entorno. En el bullicio de la piscina aprecié que tres personas se movían y se relacionaban de modo diferente a las típicas pareja y grupos familiares. En una primera impresión, me pareció tratarse de dos hermanos cuidando a su padre que se apreciaba tenía limitaciones en sus movimientos. Lo que más me llamó la atención fue que, se movían absortos y ajenos al bullicio que les rodeaba. Los dos muchachos, sobre todo el mayor, en todo momento estuvieron pendientes del padre que recibía un trato cuidadoso. Se veía que el padre que se dejaba querer por sus hijos. Lo atendían y ejercitaban de mil maneras de un modo muy amoroso; o al menos eso es lo que yo aprecié en la secuencia de seis fotos que he elegido:

A modo de conclusión, en relación a las emociones que despiertan estas tres series de fotos, habrá personas que no les diga nada y otras que les induzca sentimientos bonitos, incluso que lleve a aflorar un amago de llanto. Todo depende de la historia personal de cada cual y de su sensibilidad.

Sobre estas emociones bonitas se ha escrito mucho y son motivo de excelente literatura, principalmente por los poetas que saben crear relatos más bonitos, incluso más que los propios hechos que reflejan estas fotos. Los grandes poetas han creado la palabra “amor” como denominador común a esos sentimiento tan únicos y grandiosos y que todo ser humano le gustaría vivir, hasta tal punto que parece ser que esta palabra “amor” tenga vida propia y se posicionen por encima de estos entrañables momentos que expresan las fotos y se digan frases como “el amor lo inunda todo” o “la vida solo tiene sentido si hay amor” o “no se puede vivir la vida sin amor” o “la felicidad se logra cuando hay amor” o “hay verdadero amor cuando perdura”. En mi opinión, creo que nos engañamos cuando así pensamos pues no existe ese amor que lo inunda todo por encima de nosotros pues somos nosotros lo que hemos creado el concepto “amor” por ese deseo tan humano de abstraer de la realidad algo tan sublime que se da en momentos de la vida y queremos que persistan para siempre, es más humilde y más real disfrutar de esos momentos mágicos que se dan en momentos especiales de la vida, sin pensar en extenderlo fuera de ese contexto

 

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