2025
El año 2025 …..
El camino de Santiago a Orixe
25-08-19_24 Camino de Santiago a Orixe
Organizado por el club Treparriscos, un grupo no muy numeroso, hemos subido a Galicia para para hacer el denominado “Camino de Santiago A Orixe” saliendo de Almería en un autobús el día 18 de agosto y llegado casi a medio día del 19 a un hotel de Padrón. A partir del 20 hemos hecho 5 rutas los días 20, 21, 22, 23 y 24 y el lunes 25 se ha hecho la bajada a Almería.
Las etapas con sus correspondientes álbumes han sido las siguientes:
25-08-19 Etapa 0 Padrón-Puente Río Ulla
Esta primera etapa se propuso en el grupo para así aprovechar la tarde libre del día 19. Se trataba de hacer hasta el puente romano sobre el río Ulla, un pequeño tramo de una etapa que llega a Padrón desde Caldas de Reis. Al final solo dos nos atrevimos a hacerla.
25-08-20 Etapa 1: Faro Corrubedo-Ribeira
Para iniciar esta etapa, el bus nos acercó al Faro de Corrubedo, un hermoso sitio construido en un roquedal con preciosas vistas. Fue ahí donde nos hicimos la ansiada foto de grupo con la nueva camiseta y un sinfín de fotos más. Los más bonito es que la senda iba muy cerca de la ría atravesando pueblitos con mayoría de casas nuevas, así como sus hórreos. Los cruceiros si que cobijaban las edades de su construcción. Curioso que las iglesias estaban la mayoría cerradas. Preciosas travesías de los bosques que aparecían de vez en cuando. De hecho, casi siempre a la bahía con playa donde se cobijaba el pueblito, le sucedía un hermoso bosque, no siempre respetado por los chalets de los más pudientes. Finalizamos en un parque natural denominado “Complexo dunar de Corrubedo y Lagoas de Carregal e Vixán” justo donde hay un hermoso mirador sobre un roquedal donde se divisaba dos magníficas y extensas playas a un lado y otro.
25-08-21 Etapa 2: Ribeira-Boiro
Iniciamos la segunda etapa justo en Ribeira, el lugar donde habíamos comido en día anterior. De nuevo, se iban sucediendo bahías donde dormían los pueblos seguidos de bosques, más o menos suculentos, que eran los espacios más esperados, tanto por su belleza natural como por estar parapetados del sol y ser acogidos por un frescor nada usual en la tierra donde veníamos, donde el calor tórrido no cesaba a lo largo del día. Terminamos en Boiro, un hermoso pueblo que atesoraba una suculenta playa llega de grandes árboles en segunda línea que a mí me pareció algo único (nunca ví algo igual). La comida transcurrió de lo más bullangero, algo que este grupo “treparriscos” lo lleva en su ADN, eso y dedicar siempre un buen rato haciendo cuentas para que cada cual pague lo suyo.
25-08-22 Etapa 3: Abanqueiro-Rianxo
Las notas de las etapas antecedentes eran de sobresaliente, pero esta, subió la nota a 9 (no suelo dar nunca un 10). Los sitios naturales por donde pasábamos nos dejaban boquiabiertos, y consecuentemente el número de fotos bonitas aumentó ostensiblemente, de media decena en las etapas 1 y 2 pasé a 125 fotos en esta. Impresionante. Todo era apropiado para una buena foto y éstas se sucedían a cada paso. Incluso los hórreos, cruceiros, ermitas y casa antiguas de piedra aparecían con más frecuencia a lo largo de todo el camino. El colmo de las sorpresas llegó en el árbol del columpio. La misma naturaleza nos indicaba que estábamos llegando a un sitio especial, cada vez había menos árboles, pero más grandes. Estos creaban claros donde el suelo paulatinamente con menos vegetación parecía fundirse con las aguas de la ría. Abajo un solitario pescador intentaba arrancar los moluscos fundidos en la roca. Para completar el paisaje tan especial, a lo lejos escuchábamos el alborotado griterío de los que ya había llegado, que me pareció que estaban jugando en un tobogán. Era un columpio gigante que pendía de un gran árbol. El único que había en aquella colina que estaba rematada por un roquedal. Aquello parecía más bien una fiesta.
Aquel lugar hubiera sido un buen sitio para finalizar el camino, pero no, después de las fotos de rigor, todavía la etapa nos deparaba tantas maravillas como las que ya habíamos vivido, nuevos hórreos, capillas, cruceiros, bosques … un extraño tramo empedrado que vadeaba un riachuelo de los muchos que viven en Galicia, pueblos, un bosque que no cesaba nos cobijó por bastante tiempo, hasta que, al salir de él, a lo lejos nos esperaba Rianxo con su enorme playa y su paseo marítimo. Ese día era también especial pues por la tarde íbamos a dar un paseo en barco para ver las bateas de la ría y tomar unos mejillones. Al final estuvimos bailando con todo el frenesí y alegría que da dos copas de más … pero eso ya es otra historia.
25-08-23 Etapa 4: Sestelo-Padrón
Esta penúltima etapa, ante de subir a Santiago que era la última, además de los típicos aderezos de las anteriores, tuvo a mi juicio algunas notables singularidades a destacar. La primera fue una gran sorpresa, pues de pronto vimos que nos adelantaba un vehículo de los que bajaron unos gaiteros, justo cuando atravesábamos la plaza del pueblo. Ellos con todas las ganas comenzaron sus típicas músicas y nosotros, que no íbamos a ser menos, le seguimos como pudimos, pero poniendo mucho empeño. Fue un rato único e inolvidable. En un principio fuimos más o menos cercanos al río Ulla pero conforme nos acercábamos a Padrón nos fuimos alejando. La segunda es que fue sorprendente la concentración de los llamados “Hórreos de Imo”, unos 11 en total. El guía nos explicó que los vecinos del pueblo decidieron ponerlos todos concentrados en una explanada para así disponer de más espacio para el cultivo cerca de sus casas. Nunca ví tanto hórreos juntos y hermosos cada uno de ellos. Tras la foto de grupo necesaria para no perder la costumbre, proseguimos un variopinto paisaje con más y más hórreos que se me antojaron que presentaban un porte y antigüedad de mayor entidad que los que vimos en anteriores etapas. Y así, de hórreo en hórreo (y tiro porque me toca) llegamos a Padrón.
25-08-24 Etapa 5: Padrón-Santiago
Nos dijeron que en esta última etapa había que pisar mucho asfalto, es posible que así fuera, pero si se observan las fotos también hubo mucho camino de tierra y hermosos bosques gallegos que alegraban y nos aliviaban de tanto calor. Comenzamos con una niebla persistente que no cesó hasta pasadas las 11 de la mañana, no obstante, las muchas manifestaciones artísticas en piedra que encontrábamos por el camino, resaltan su belleza con el fondo blanco que da la niebla. Como es lógico, encontremos por el camino muchos peregrinos que hacía esta etapa, algo que contrastaba con la ausencia de éstos por el camino del “Orixe”. Se dejó notar la dureza del largo camino hasta llegar a la plaza del Obradoiro en Santiago, donde felices posamos en un montón de fotos, aunque se percibía a la gente algo cansada, algo que se fue diluyendo cuando fuimos todos a comer.
Reflexiones sobre la vivencia
Todo empezó cuando sin estar en el club de montañismo “Treparriscos” me llegó, sin saber cómo, un mensaje de ellos el 19 de marzo con el programa del “Camino de Santiago a Orixe”. Me encantó como estaba diseñado y tome contacto con el club. Sabía que la primera sede de este club fue en mi pueblo “Alhama”. En todo momento me atendieron muy bien, hasta el punto que me apunté al club para la segunda mitad del año y me ayudaron a federarme con la inestimable ayuda de Juanjo. Además, para conocerlos mejor, hice con ellos el sendero de “las acequias de Fondón” y una comilona en la “Piscina de Santa Fe” muy cerca de mi cortijo.
El día 17 por la noche nos pegamos una pasada de bus para subir desde Almería a Padrón, 1229km que con paradas se alarga la subida a 15 horas. Llegamos casi a medio día y tuve la suerte de compartir habitación con Cristóbal, un hijo de Gerardo que, si bien al principio la comunicación era escasa, poco a poco, terminamos entendiéndonos de maravilla y si al principio la habitación se nos hacía pequeña, después gracias a un mayor entendimiento y generosidad, el cuarto lo fuimos agrandando sobradamente tanto en espacio como en tiempos. Todos los miembros de la familia de Gerardo eran encantadores y especiales. Por eso les insistí para hacerles una bonita foto en la plaza del Obradoiro que estuviera a su altura y como no quería la clásica foto, les pedí que tuvieran detalles para hacerla más entrañable. Mirar la foto y decirme ¿no es preciosa?
¿Y qué decir del camino “Orixe”? Quedé tan maravillado que lo volvería a repetir de nuevo, pero eso sí, saboreando más despacio cada rincón para así tardar un mes y si es posible acompañado con gente con la que compartir esas maravillas naturales. Este es mi décimo camino de Santiago y sin dudarlo diría que esta a la misma altura o más de los dos caminos que más me han gustado: el camino del Norte (el que va costeando por el País Vasco o el denominado y desconocido “camino transcantábrico” donde he tenido que rediseñarlo para pasar por lugares muy especiales, tomando algunos tramos del camino lebaniego. En total 13 etapas con todo el peso de la mochila y un alojamiento para cada día. Más de un mes para diseñarlo
¿Y qué decir de guía Damian? Fue mucho más que un guía, tarea que ya la cumplía sobradamente. No se como se las apañó para estar siempre animoso y animador, nunca se le vió contrariado (a pesar de ser un grupo muy dinámico), nunca ordeno nada pues se las apañó para que todo saliera natural; conmigo tuvo muchas charlas bonitas y profundas, pero es que no se de dónde sacó tiempo para mantener chalas con los demás, siendo tan diferentes. Eso es puro arte y un saber estar exquisito. Dejó una imagen en el grupo que ya la quisiera para mí.
¿Y qué decir del grupo? Pues que no había modo de que se callaran. Como aquella niña gaditana que cantaba “no me hagas palmas que me conozco”, así era este grupo, dicharachero, siempre dispuesto al quite y que decir cuando había que hacerles una foto, ahí estaban todos dispuestos poniendo su mejor sonrisa y su mejor pose. No faltaba de na. Y qué decir del bullicio que se armaba cuando se sentaban a comer. En la bajada de vuelta a Almería, aburrío de tanto jijijaja y ocurrencias de la más diversa índole, me fui al lado del conductor donde nos separaba del grupo 23 asientos, pero nada, el ronroneo no cesaba, marca de la casa, se llevaba de fondo en todo momento. Pero es que allí adelante, tampoco dejamos de charlar el conductor y yo, al que se le contagió la misma impronta parlante.